Siempre estuve con un sobresalto, con un vacío. Yo jamás vi llorar a nadie. Ni a mujeres grandes ni a menores. Nos volvieron un poco inmunes. El miedo es fuerte, hay que tomar una decisión. Yo la tomé y denuncié, total: ¿qué más me pueden hacer? No hay más evidencia que tu palabra y mantenerte en lucha. La sorpresa más grande fue el apoyo de mi pueblo. Un pueblo unido.
Yolanda siempre trae lentes oscuros porque le quedaron hinchados los ojos. Cuando salió libre decidió quemar su pants y su cobija para no volver jamás. A partir de ese momento retomó su vida. Esta vez decidió quitarse los lentes y recorrer el Mercado de Texcoco hasta llegar a su local de granos y semillas, lugar que ha sido base para reiniciarse como mujer que trabaja y lucha cada día.